El espíritu de la Navidad

Llevo buscando el espíritu de la navidad desde que me dijeron que los Reyes Magos eran mis padres. Me quedaba al menos la esperanza de que había espíritu por algún sitio.

No sé si en las luces de navidad, que los políticos utilizan para sus campañas para demostrar que se ahorra, o que la situación está realmente mal. Si en los regalos que los grandes almacenes te facilitan con pago a varios meses. O en la amiga que se va comprar el traje de fin de año, mordiéndose la lengua para no decirte que el suyo será más espectacular que el tuyo. No sé si en la avalancha de familia que entra por la puerta y a la que ves una vez al año, pero te invanden la casa; si en la misa del Gallo a la que la gente va para encontrarse con la misma gente; o si está en el mantecado que pone kilos -y te importa que ponga kilos porque solo piensas en eso-; o si en las copas de cava que brindan por un año igual… de catastrófico; si en los emails que llegan con las mismas gramáticas de “te deseo lo mejor” -cuando la verdad es que uno se desea lo mejor a si mismo y que los demás se busquen la vida-; si está sin embargo en el amigo que te vomita porque no ha digerido bien los “tropecientos ” cubatas de fin de año; o si está en el regalo que no le hace ilusión a alguien porque ese alguien espera una Wii ; No sé si está en las calles inundadas de niños con padres que no saben a qué belén ir para hacer tiempo fuera de una casa que se les viene encima ; a lo mejor está en el frío que cala las calles; o en el que ya no está y no va a volver, se rece lo que se rece; No sé si está en la hucha que te hace sentir injusto si no das y que solo aparece una vez al año; en las campañas contra el cáncer, los niños desprotegidos, los sin techo que abarrotan los pasillos de los grandes almacenes y parecen juzgarte si no te acercas a colaborar; No sé si el espíritu de la Navidad está en los villancicos repetitivos, o en la misma película de los diez mandamientos de los sábados por la tarde o en el espumillón que ensucia toda la casa…

Cuando me dijeron que mis padres eran los Reyes Magos no me avisaron de que el espiritu de la Navidad se presentaba tan poco luminoso y perturbador. He vuelto a casa, por Navidad, después de tres meses fuera. Eso es materia pura. De lo que debería estar hecha la Navidad.


Por Ma(r)í(a) Dorado